Por: Nathalie Tacchino
Marisol Espineira se inició en el tenis de mesa con sólo 10 años de edad en su natal Cuba. Fue en el país caribeño donde se formó como deportista de élite y profesional del deporte, siendo parte de la selección juvenil y de mayores, y graduándose como licenciada en Cultura Física y Recreación.
En 1996, Marisol fue invitada a incentivar el tenis de mesa en Moyobamba por dos años, para luego migrar hacia Lima y asentarse de forma definitiva en nuestras tierras, consiguiendo la nacionalidad peruana y quedando hábil para ser parte de la selección de nuestro país.
Es así que desde el 2001, Marisol se convierte en digna representante de la blanquirroja, la misma con la que ha conseguido lo que pocos: Campeona Latinoamericana en dobles, cuatro veces medallista Bolivariana, ocho veces consecutivas Campeona Nacional y número 1 del Perú. Por si fuera poco, ha participado en unos Juegos ODESUR y en dos Juegos Panamericanos, los
Marisol Espineira

de Santo Domingo 2003 y los de Río de Janeiro 2007. Pero como para todo deportista que lo ha logrado alguna vez, su más grande orgullo fue clasificar a unos Juegos Olímpicos, a los de Atenas 2004, convirtiéndose así en la última jugadora de tenis de mesa peruana en representarnos en una justa olímpica.
Pausa y retorno
Como en la vida misma, no todo ha sido color de rosa. Por un periodo corto pero importante, Marisol tuvo que distanciarse del deporte de sus amores. La Federación Peruana de Tenis de Mesa, mediante una maniobra arbitraria, le impidió jugar internacionalmente imponiendo un límite de edad con tal fin. Esta vez, la franqueza de la “cubana nacionalizada peruana” había hecho estragos en el orgullo de los federativos, los cuales no soportaron escuchar de boca de la mejor tenimesista de ese entonces, que “los deportistas no recibían el apoyo necesario”. Aun siendo este un comentario común en la escena deportiva nacional, le impidieron jugar el preolímpico, dejándole sin opción de poder clasificar a los Juegos Olímpicos de Beijing 2008.
Aún las piedras en el camino, hoy Marisol está de vuelta. Quiere volverlo a intentar y se viene preparando con fuerza para llegar a los Juegos Bolivarianos que se realizarán este año en Trujillo.
Ella no se apura, va paso a paso. Frente a las vicisitudes, siempre saca lo mejor de sí: el optimismo, la garra, pero sobre todo el respeto, la disciplina y la pasión hacia este deporte que le ha acompañado durante toda la vida.
A pesar de la ingratitud y de la falta de reconocimiento, Mari, como le dicen sus amigos, no se distrae ni mira hacia el costado pues “así nunca avanzaría”, y es con esa misma filosofía que trata de educar a sus alumnos y jugadores, los cuales siguen los consejos de su maestra, y uno que otro, los mismos pasos, los mismos podios, y la misma hidalguía de permitirse caer, con el deber de levantarse siempre para poder continuar.
¿Cómo te sientes al escuchar la cantidad de logros que has conseguido durante tu carrera deportiva?
Me siento muy orgullosa y feliz.
¿Por qué tenis de mesa y no otro deporte?
En realidad practiqué otros deportes como vóley, básquet, estuve hasta en ciclismo, pero fueron cortas etapas, hasta que di con el tenis de mesa y ahí me quedé, sobre todo porque los entrenadores vieron que tenía habilidades.
¿Qué es lo primero que siente un ex extranjero al vestir los colores de su nuevo país?
Quizá un poquito de temor de no hacerlo bien, al que dirán, pero poco a poco eso fue fluyendo y gracias a Dios todo salió bien.
¿Qué significó para ti clasificar por mérito propio a Atenas 2004?
Fue algo extraordinario. Hasta que terminó el partido no interiorizaba lo que había logrado; cuando entraron mis compañeros de selección a la sala de juego para felicitarme fue cuando recién reaccioné que había clasificado.
¿Afirmarías que clasificar a Atenas fue lo mejor que te ha pasado como deportista?
Sí, ha sido un logro muy grande para mí en el aspecto personal, yo amo mi deporte y fue lo más grande.
Al regresar de los Panamericanos de Río 2007, tu Federación puso una norma con límite de edad para impedirte que siguieras jugando por el Perú. ¿Por qué lo hicieron?
Existían problemas con el presidente de ese entonces, yo tenía que prepararme sola con mi entrenador, ir sola al IPD a pedir apoyo porque no me facilitaban las cosas, y luego de mi participación en Río, la cual no fue idónea, me quejé sobre todo lo que había tenido que pasar, y eso no gustó. Las represalias las tomó el presidente entrante a pesar que yo me referí al de la gestión anterior. Fue así que me impidió jugar el preolímpico para Beijing, aun siendo la número 1 de ese entonces y teniendo grandes posibilidades por mi estilo de juego defensivo. Esa norma duró hasta el año 2009.
Hoy, estás de vuelta. Quieres volverlo a intentar.
Desde noviembre del año pasado me planteé regresar para ver cómo lo hago internacionalmente. Este año empecé bien ganando el Open del Juan XXIII. Estoy tratando de entrenar fuerte.
¿Te arrepientes de algo, Marisol?
No, yo les digo siempre a mis alumnos que si volviera a nacer sería nuevamente jugadora de tenis de mesa y jugadora defensiva.
En la actualidad, ¿qué esperas del tenis de mesa?
Mi primer objetivo era entrar al ranking nacional, ya estoy ahí, mi segundo objetivo son los Juegos Bolivarianos, y según cómo me vaya, quisiera más. Todo paso por paso.
¿Qué mensaje les darías a aquellos jóvenes deportistas que sueñan con llegar a unos Juegos Olímpicos y ven trabas en su camino?
Que no se den por vencidos, que tienen que luchar y que a la larga el que persevera triunfa. Todo está en ser fuertes de mente, no dejarse llevar por el primer tropiezo o cuantos haya. No importa cuántas veces te caigas, lo importante es levantarse y seguir.
Abril 2013




¿Qué significa para Marisol Espineira...?
Tenis de Mesa: Es el deporte de mi vida, es un deporte integral e importante para la niñez, la juventud y para los adultos.
Alfonso, tu hijo: Lo más grande que me ha dado el mundo.
Diego Rodríguez, tu pupilo: Mi mayor orgullo.
Cuba: Mi primera tierra, mi país, donde está toda mi familia.
Perú: Mi segunda tierra, que me abrió las puertas y donde pude conseguir lo que no pude con el equipo cubano.
Marisol Espineira: Jugadora para rato.
